Sarah, una mujer de 36 años en California, había intentado diversos tratamientos para su depresión, desde suministrar pastillas hasta terapia por electrochoque, sin embargo, el implante fue la mejor solución para su enfermedad pues cuenta que su vida dio un cambio inmediato.
El proceso consistió en implantar un dispositivo eléctrico en su cráneo, conectado con cables para poder incitar a su cerebro y de esta forma, poder detectar y eliminar constantemente sus sentimientos de depresión.
La psiquiatra que participó en el estudio, llamada Katherine Scangos, agregó que esta innovación fue posible al ubicar el estriado ventral y un área de actividad cerebral en la amígdala que podía predecir cuando sus síntomas eran más severos.